Manual de cata: Fase visual


La primera impresión de un vino viene determinada por lo que observamos de él, por su aspecto, el cual debe de ser lo suficientemente atractivo para que sintamos el deseo de beberlo.






















El aspecto visual nos ayudará a determinar el cuerpo, la edad y el estado en el que se encuentra el vino.

Los diferentes tipos de vino presentan distintas tonalidades en función -principalmente- de su proceso de elaboración y la variedad de uva utilizada.

Vinos tintos

El color del vino proviene de la piel de la uva. El mosto permanece en contacto con la piel hasta que alcanza el color deseado. La materia colorante se encuentra en los hollejos de las uvas, y la fermentación y la maceración se encargan de liberarla.

Vinos blancos

Se obtienen a partir de uvas verdes o blancas. El color obtenido es de tono verdoso o amarillento.

Vinos rosados

El color rosado resulta de dejar el mosto en contacto con la piel de las uvas por un breve periodo de tiempo. Suele producirse a partir de uvas de tonos rojizos.

Escala de colores en función del tipo de vino












































Observación del vino

El vino debe contemplarse en la copa, inicialmente en reposo, a través de la luz y tratando de ver su transparencia o limpidez, el brillo, la intensidad y la tonalidad del color.























Sosteniendo la copa por el tallo, la colocamos sobre un mantel o fondo totalmente blanco, a unos 40-50 cm de nuestros ojos y con una inclinación aprox. de 45º.


Atributos a analizar en la fase visual

Limpidez: mirando a través del vino comprobamos su limpieza y transparencia. La limpieza del vino viene determinada por los procesos de filtrado y clarificado en su elaboración.
Un vino limpio es aquel que al observarlo con iluminación lateral, no presenta nada suspendido ni precipitado, que no presenta turbidez alguna.

En el caso del vino tinto, debido a su edad, puede presentar sedimentos, por lo que valoraremos la opción de decantarlo antes de comprobar su limpieza.

Brillo: observamos si refleja frente a la luz de manera viva y alegre. En su defecto, se mostrará mate y apagado. Un vino blanco o rosado se presentará siempre transparente y brillante.

Fluidez: aquí nos referimos a la viscosidad o untuosidad del vino. Haciendo girar el vino en la copa apreciamos su fluidez y densidad. Un vino fluido se comporta como el agua, y al contrario, uno viscoso nos transmite que tiene mucho alcohol o azúcar.


  









La lágrima: tras mover el vino en sentido rotatorio, y mientras se reposa, se forma un goteo adosado a la pared de la copa denominado "lágrima" o "cortina". Este fenómeno deriva de la viscosidad del vino, y depende del contenido alcohólico y azúcares.
Cuanto más numerosas, largas y persistentes; más cuerpo y volumen tendrá el vino.
Lágrimas muy separadas nos indicarán que se trata de un vino joven.
Lágrimas abundantes y densas corresponden a vinos maduros o evolucionados.

Intensidad: la testeamos al inclinar la copa y observar el vino sobre un fondo blanco. Nos dará una idea del cuerpo del vino y su estructura de taninos.
Un color fuerte y concentrado nos indica un vino recio, rico en sustancias tánicas.
Un color débil y abierto denota un vino más ligero y corto en boca.

El matiz: nos indica el grado de evolución del vino, su vejez. Con la edad, los vinos tintos se aclaran y los blancos tienden a oscurecerse.
Vinos tintos: cuando es joven tiene un tono vivo, entre púrpuras y rubís. Cuando envejece, los rojos se acentúan, dando tonos terrosos o cobrizos.
Vinos blancos: amarillos tenues y transparentes en su juventud, luego pasan a tonos dorados y terminan en ocre y ámbar.



El menisco: es la parte superior del vino vertido en una copa, la interfase entre el vino y el aire. El borde de este "disco" superior revela el estado de evolución del vino y su estado de conservación.

Cuanto más añejo sea un vino tinto, más claro será el borde del disco, con tonos ladrillo o teja. Los jóvenes presentan colores violáceos o morados.

También se emplea el término de "ribetes" para denominar este aspecto.








Una curiosidad, la espuma.

La ligera espuma que se produce al verter el vino en la copa puede darnos cierta información.
Si ésta no tiene ninguna coloración, se trata de un vino joven, por el contrario la coloración de dicha espuma indica que ha sufrido un proceso de crianza.